En este proyecto se diseñó un restaurante grillo situado en un resorte en el Caribe, partiendo de un espacio alargado y de grandes dimensiones. El principal reto era estructurar el espacio diáfano para hacerlo más acogedor y funcional, sin perder la sensación de amplitud. Para ello, se optó por una compartimentación sutil mediante bancos centrales con jardineras integradas, que actúan como elementos escultóricos y vertebradores del recorrido.
Los perímetros del local también se trabajaron con bancos corridos y jardineras, combinados con paredes decoradas con ventanas coloniales de efecto espejo, un recurso inspirado en la arquitectura tradicional del país. Este elemento se reproduce en diferentes puntos del restaurante, creando juegos visuales que separan y conectan a la vez, permitiendo una lectura más fragmentada y humana de un espacio muy grande.
El material protagonista del proyecto es la baldosa hidráulica, utilizada en formas, tamaños y acabados diversos, pero siempre dentro de una paleta que juega con el azul, el blanco y el granate. Esta combinación aporta color, identidad y un punto retro, que encaja perfectamente con las maderas oscuras y la atmósfera cálida que se quería conseguir. El conjunto evoca el ambiente clásico y elegante de un grillo de inspiración vintage, reinterpretado en un contexto contemporáneo. El resultado es un restaurante con carácter propio, que combina tradición y modernidad en un entorno vacacional y tropical.